A medida que pasan los años y me van ocurriendo cosas, creo que las cosas son más sencillas de lo que creía en el pasado. Últimamente recuerdo mucho a mi abuelo, un hombre de campo que se ganó la vida con el sudor, literalmente, de su frente. Como obrero, mercader de vino, labrador o lo que hiciera falta en zonas profundas de Extremadura.
Recuerdo a mi abuelo por su humildad y su inocencia y, por qué no decirlo, por su ignorancia de tantísimas cosas, que es lo que creo que lo hacían tan sumamente sabio. El conocimiento se adquiere en los libros, la sabiduría no. Una de sus grandes virtudes era la sencillez. Sus razonamientos lejos de ser enrevesados, complejos o con dobleces eran directos, sencillos y, en ocasiones, obvios. Sin muchos medios y sin apenas educación, mi abuelo sacó adelante a su familia a base de esfuerzo y superación, así que algo sabría de estar motivado.
¿Por qué os hablo de mi abuelo? Empiezo a comprender (han tenido que pasar 31 años que tengo) muchas de las cosas que había tras lo que decía mi abuelo, parco él en palabras. A mi queja de “tengo hambre” mi abuelo me miraba y me respondía “si tienes hambre, come”. Punto. Y seguía haciendo lo que fuera que estuviera haciendo. A mí se me quedaba cara de imbécil y en mi ignorancia de lo que era la vida pronunciaba algún tipo de queja inútil. Mi, por aquel entonces, compleja cabeza no sabía leer entre líneas. Hoy, al recordar esas palabras, me quedo con lo profundo: pon aquello que te falta. Si tienes frío, caliéntate. Si tienes sed, bebe. Y si te falta motivación, motívate.
Cuando estamos desmotivados para alcanzar nuestras metas, nos obcecamos en complicar las cosas más allá de lo que las cosas en realidad son. Si me gusta correr, corro, pero si un día no estoy motivado, para motivarme, no salgo a correr. ¿En serio? Me imagino diciéndole a mi abuelo: ¡Jo! No estoy motivado para salir a entrenar, así que no voy a salir a entrenar. Y más divertido aún me imagino a mi abuelo responder: ¿Cómo esperas estar motivado para correr quedándote sentado en el sofá? No se puede responder a eso nada más que ponerse las zapatillas y salir a correr.
Estoy explorando en mi día a día la sencillez de las cosas, la ausencia de complejidad en lo que ocurre a mi alrededor, en que las cosas son tan complicadas como yo quiero que sean. Y esta es la perspectiva de motivación que quiero compartir hoy con vosotros. Si no estás motivado, motívate.
Por cierto, mi abuelo nunca corrió un maratón y este aprendizaje se lo debo a él.
Coach Co-Activo Profesional Certificado
Experto en Inteligencia Emocional
Una idea sobre “Mi abuelo nunca corrió un maratón”
Excelente reflexión.Saludos